Mito y cuidado político en Ernst Cassirer. La función de la Filosofía como constructora de la Paz
Esparza GustavoBravo Nassim
Mito y cuidado político en Ernst Cassirer. La función de la Filosofía como constructora de la Paz
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias Sociales

				
Resumen

				
Cassirer propone como responsabilidad de la Filosofía el deber de cuidar que la totalidad de los símbolos operen de acuerdo a su forma individual. Particularmente, el autor considera que, debido al poder evocativo del mito y de su estructura pre-lógica, constituía un fértil campo de fundamentación para sistemas políticos como el Nazismo y el Fascismo, dos sistemas cuya característica es el abandono y descuido de fundamentos antropológicos inclusivos. El objetivo del presente trabajo es reconstruir la crítica aducida por el Neo-kantiano a la aparición y emergencia del mito político. Como resultado se mostrará cómo una crítica de la cultura, en los términos propuestos en la Filosofía de las Formas simbólicas y en El mito del estado, ofrece nuevos recursos interpretativos para la construcción de un modelo de cuidado político cuya finalidad es la construcción de una cultura de la paz.

			
Palabras clave:
formas simbólicas, mito, cuidado político, Nazismo, Fascismo, Cassirer, Filosofía de la Paz, .
Las bases de esta tarea general de la Filosofía se encuentran en el tercer volumen de su obra magna, la Fenomenología del conocimiento, en donde establecía como finalidad para la Filosofía el investigar el papel y la función que a cada forma simbólica le correspondía desarrollar dentro de la totalidad del mundo cultural:

			

				
[L]a Filosofía de las formas simbólicas no es más que el intento de asignar a cada una de ellas el índice de refracción determinado que específica y peculiarmente les corresponde. Ella quiere conocer la naturaleza específica de los distintos medios de refracción; quiere comprender cada uno de ellos en cuanto a su composición y en cuanto a las leyes de su estructura.

			

				

				FFS, III, 12.

			3

				
Como resultado principal de esta investigación, el autor emprenderá un análisis y crítica a los sistemas políticos de nazistas y fascistas hacia el final de su vida, fijando como tesis central la descomposición de un sistema simbólico armónico. Específicamente, en El mito del Estado, el autor planteará: 'En los últimos treinta años, en el periodo entre la primera y la segunda guerra mundial, no sólo hemos presenciado una severa crisis de nuestra vida social y política, sino que también nos hemos visto confrontados con problemas teóricos radicalmente nuevos. Hemos experimentado cambios radicales en las formas del pensamiento político'.

			

				

				MdE, 7. Énfasis añadido.

			7

			

			
Este breve diagnóstico del problema sirve como apertura para el desarrollo de una investigación profunda de las causas históricas que orillaron al surgimiento y auge de sistemas de pensamiento devastadores. La crítica central se dirige, precisamente, a dos puntos específicos: el descuido de la unidad de las formas simbólicas y la desorientación de la función de cuidado propia de cada símbolo dentro del mundo cultural.
El objetivo del presente artículo es reconstruir los argumentos generales desarrollados por Cassirer respecto del papel de la Filosofía como promotora de la paz, así como las tareas del Mito y la Política debían cumplir en su papel de celadoras de la vida armónica. Se alcanzarán dos resultados, primero, se mostrará que, para el autor, el acto violento si bien no es lógico, no carece de una estructura sistemática; por ello, es deber de la filosofía establecer un marco comprensivo de los recursos y técnicas empleados por, en este caso, el poder político del nazismo y el fascismo. El segundo resultado resaltará la función central de la filosofía como cuidadora y constructora de la paz, subrayando, precisamente por la estructura de la violencia, el deber de la actividad filosófica para elaborar una crítica cultural a sus mecanismos e instrumentos, así como a las tareas de cuidado propias de la actividad política en su vida cotidiana. El llamado general promueve el deber del filósofo para convertirse en un agente activo en la construcción de diversos caminos para la paz.

			

				
La forma del mito: estructura moral y pre-lógica de la vivencia expresiva
Cassirer testimonia cómo en las comunidades arcaicas las acciones rituales se acompañan de un fuerte lazo emotivo experimentado y promovido por la comunidad; por ello, la emoción de la práctica del ritual (o de la regla) simboliza y se traduce en la experiencia ética. Todas las acciones provienen de una aproximación intuitiva la cual se nutre de una narración expresiva que se identifica con un complejo sistema de inspiración o restricción. Según el autor: 'todas las religiones éticas superiores, la de los profetas de Israel, el zoroastrismo, el cristianismo, se impusieron una tarea común, [todas ellas] injertaron un [sistema ético complejo] de obligación religiosa que, en lugar de ser una restricción o compulsión, era la expresión de un nuevo ideal positivo de libertad humana'.

			

				

				AF, 165.

			17

				

				
Gran parte de los escritos de las primeras civilizaciones se desarrollan como simbiosis entre la narración fantástica y la formulación ética de principios. Por ello, textos como la Ilíada y Odisea, el Popol Vuh, el Génesis bíblico, entre otros, son ejemplos expresivos de hechos reales; el mito, en cada uno de estos casos, no refrenda la existencia de seres mágicos, pero sí de la experiencia de sus protagonistas ante el encuentro de seres (o momentos) que concebían como superiores. Todos los códigos de conducta promovidos en la narración, ofrecen la fundamentación de vivencias expresivas con las cuales promover la vinculación con el dios o evitar el encuentro con el demonio.

				
Cassirer explica cómo en el mito no existe un punto intermedio: si el agente asume y practica el ritual propuesto estará capacitado para adoptar los beneficios del ritual; si los transgrede, el demonio, el repudio, la calamidad, se harán presentes en la comunidad. Esta dualidad, impulsa en el agente una vinculación emotiva con el ritual diluyéndose los componentes lógicos, o, en términos del autor, en función expresiva.

			

				

				FFS, II, 105-115.

			18 El marco comprensivo del cuidado dentro del mito, por ende, asume la modalidad de procurar el bien a partir de esquemas emotivos; no es raro, por ende, que la procuración de beneficios esté aparejada con las creencias más básicas de los líderes de la comunidad o de los padres de familia. Cuidar significa transmitir un sistema de creencias con el cual impulsar entre los más jóvenes la búsqueda de la presencia del dios y evitar la aparición de una entidad demoniaca.

				
Si a esta idea le incorporamos un aspecto más de la teoría del mito de Cassirer podremos ofrecer una mejor interpretación acerca de la desviación de prácticas como el Nazismo y el Fascismo. El principal peligro de este símbolo es el propio acto ambivalente: se acepta o se niega, se apropia o se somete. Esta dualidad tan marcada implicó que los principales sistemas políticos asumieran al mito como fundamento de actuación, impulsando el desarrollo de sistemas totalitarios; de algún modo, la aceptación de la normativa (ritual) del partido implicaría su apropiación, mientras que la negación correspondía a su rechazo y, por tanto, requería su devastación, su repudio, aniquilación o expulsión de la comunidad por parte del partido político promotor. La mezcla de la emotividad mítica, cuyo interés era cuidar el bien público, y la búsqueda del ordenamiento público de parte del poder político, se tradujeron en un sentido del cuidado emotivo careciendo de una necesaria reflexividad para evaluar si sus prácticas eran las más adecuadas.
Aunque como es bien conocido, la forma general para definir el contenido lógico de una proposición en Substance and Function tiene como estructura de referencia a la ciencia, el propio Cassirer aclara una apertura y reconsideración de los deberes de cuidado de la función. Específicamente en la Filosofía de las formas simbólicas anota: '[se] ha ampliado el propio concepto fundamental de teoría al tratar de probar que no sólo son auténticos factores y motivos formales los que imperan en la configuración de la imagen científica del mundo, sino también los que ya existen en la configuración de la imagen natural del mundo, la imagen de la percepción y la intuición'.

			

				

				FFS, III, 7.

			29

				
Esta distinción, como el propio Cassirer demuestra, implica que el mito desarrolla modos de comprensión propios, cuyo proceso de construcción además de ser similar al de la ciencia, opera como el fundamento de todas las formas simbólicas.

			

				

				FFS, I, 51-88.

			31 Esta característica del mito como base general de la cultura de todas sus formas, impulsó a diversas teorías políticas a lo largo de la historia, cuyos postulados se sustentaron a partir de esquemas lógicos y científicos de pensamiento, pero, en realidad, atendían a invocaciones de autoridad, tales como el culto a la raza o el héroe, en lugar de a evidencias comprobables. Este modo de fundamentación no tendría problema alguno si los propios sistemas hubiesen sido conscientes de ello (así como de sus alcances y consecuencias).

				
Respecto de las causas del abandono del mito por parte de las teorías políticas como sistema de pensamiento, encontramos a lo largo de El mito del estado diversas explicaciones históricas detalladas, pero centralmente la idea de sustentar el cuidado del bien comunitario como una búsqueda de los mejores mecanismos posibles. Por ello, ante el surgimiento de la metodología científica, se acentuó cómo los profesionales de la política preferían modelos de pensamiento basados en la ciencia en lugar de en el mito.

				
Sin embargo, el problema general detectado por el autor, detalla cómo el abandono y posterior incorporación implicó un proceso paulatino de reflexión crítica a lo largo de la modernidad, aun cuando discursivamente se manifestaba un apego completo a la ciencia. En su estudio, el autor muestra cómo en la antigüedad y hasta la edad media, la teoría política tenía como fundamento dos obras clásicas: La República, de Platón y La ciudad de Dios, de San Agustín. En el centro de ambos trabajos prevalece tanto la idea de Bien como de Justicia (divina), apareciendo en los postulados políticos de ese periodo como virtudes fundamentales a cuidar.

			

				

				MdE, 64-138.

			32 Sin embargo, a partir de la redacción de El príncipe, de Maquiavelo los principios de fundamentación cambian; ahora, en lugar de construir una teoría política a partir del cuidado y práctica de las virtudes, el criterio se enfoca en la actividad práctica de la vida política. En lugar de asumir una teoría filosófica como fundamento para la redacción de la visión de los gobernantes, la nueva metodología proponía prácticas basadas en la realidad dentro de las cortes.

				
Para el autor, de este nuevo proceso de fundamentación, el mayor peligro recae en la conservación de los criterios lógicos de fundamentación. Siguiendo el modelo de la edad antigua y media, los pensadores modernos aceptan que no puede ofrecerse una teoría política general sin sustentarse en un sistema desde el cual deducir los principios de acción, pero a diferencia de la teoría clásica, a partir de Maquiavelo, no habría por qué buscar dichos fundamentos en la filosofía moral sino, en cambio, en la vivencia cotidiana. En lugar de investigar la función a partir del origen, ahora la describen a partir de los intereses y acciones desarrollados en la vida social.

				
Con este cambio los teóricos de la vida política gradualmente buscan nuevas fuentes de fundamentación, asumiendo a la esfera pública como sustento de acción, sin reconocer el peligro del desplazamiento de los fundamentos éticos, pues ahora debía buscarse en el contexto de nuevos sistemas de comportamiento. En el rastreo histórico elaborado por el autor, se reconocería en 'El culto del héroe' y 'El culto a la raza' un avance natural en el desarrollo espiritual de la teoría política de Alemania, traduciéndose en el fértil campo intelectual del cual surgiría el Nazismo y el Fascismo.

			

				

				Ibid., 222-293.

			33

				

				
La crítica central de Cassirer resalta, precisamente, la labor de la Filosofía del siglo XIX y de principios del XX, y su responsabilidad por desvelar este proceso histórico de fundamentación, para atacarlo y someterlo a una revisión ética exhaustiva, sin embargo, en su lugar, encontraría la promoción e impulso de otros sistemas con los cuales justificarse. Aunque resultaría interesante una evaluación de los principios a los que se refiere el autor, en el apartado siguiente nos ajustaremos al objetivo del presente artículo y se evaluarán los principales instrumentos técnicos empleados por el nazismo y el fascismo para el desarrollo de una cultura de la muerte. Con ello se verá por qué el tipo de cuidado procurado, en lugar de buscar un bien común se transmutó por una concepción de cuidado en donde sólo un cierto grupo debía ser considerado como ciudadano.

			

			

				
Las técnicas del mito político moderno: una crítica cultural
La consideración de una técnica que no podía ser analizada en términos teóricos, pues requiere de una valoración mítica, permitió el desentrañamiento del 'culto a la raza'

			

				

				MdE, 222-237.

			40 como la fuente mitológica principal de actuación. La construcción de un principio ofrecido bajo consideraciones científicas y el cual constituyó la principal herramienta de defensa frente a otras teorías que pudieron contrarrestar su fuerza, se fraguó en un largo proceso histórico apoyándose en el mito como principal línea de investigación.

				
Los resultados ofrecidos en El mito del estado, por ello, constituyen una reflexión fundamental a la evaluación de los principales sistemas políticos a lo largo del tiempo (desde los pueblos primitivos hasta entrado el siglo XX). Para el autor, la mitología política debía recuperar una problemática surgida en el seno mismo de la investigación etnológica, lingüística e histórica de la religión; al recuperar la polémica de si el mito se constituía como una 'patología' del lenguaje o si contenía su propia agenda de problemas y fundamentos teóricos, se podía construir una tensión que favorecería los intereses particulares. La vinculación del héroe, la raza y el sistema político, mediante los cuales favorecer el logro de los principales objetivos históricos de una nación, permitieron reorientar los principios del cuidado y bien comunitario.

				
A través de un análisis histórico, Cassirer desentraña cómo los sistemas gubernamentales adoptaron prácticas contrarias al cuidado de la persona porque, en el conjunto de sus técnicas, encontraron una validación y, en cierto sentido, confirmación de los medios e instrumentos con los cuales suplantar los sistemas y códigos éticos de cuidado. Por ello, el conjunto de acciones políticas basadas en una racionalidad tendiente al fomento de prácticas justas comenzaron a sustituir los fundamentos jurídicos y administrativos con acciones que garantizaran los objetivos generales propuestos.

				
A través de la filosofía del mito desarrollada por el neokantiano, se explica cómo la visión mitológica permite la construcción, fundamentación y la vida en sociedad de diversas comunidades. El conjunto de rituales, la construcción de una cosmogonía y teogonía, la elaboración de calendarios y la práctica comunitaria, favorecían el desarrollo de un sistema de vida al cual las nuevas generaciones o el disidente no se podían oponer a fuerza de desacuerdo.

				
El mito contiene una fuerza espiritual y cultural validada por sus propios principios y no a partir de criterios científicos, pero ello no implica su oposición, pues su separación puede traducirse en la perdida de perspectiva y regulación inter simbólica. Como cualquier sistema político, la formación de un cuerpo teórico (en este caso mitológico) rechaza su disolución por argumentos racionales, en cambio se requiere una fundamentación emanada desde sus propios índices de refracción.

			

				

				FFS, III, 12-13.

			41 La mitología política sólo podía atacarse considerando los propios códigos establecidos internamente por esta forma simbólica, sin embargo, para inicios del siglo XX la filosofía no había dirigido una crítica severa a la construcción de una filosofía política ni a sus fundamentos; esto se tradujo en la falta de advertencia de las incorporaciones provenientes del mito. El propio Cassirer comenta esto cuando en su introducción a El pensamiento mítico dice:

				

					
Una crítica de la conciencia mitológica en el sentido que la trata de llevar a cabo este segundo tomo la de la Filosofía de las Formas Simbólicas, en el estado actual de la filosofía crítica y científica, debe parecer no sólo un atrevimiento sino inclusive una paradoja. […] ¿Acaso el mundo del mito no ha pertenecido siempre al campo de la ilusión del cual la filosofía, como teoría del ser, debe mantenerse alejada y no inmiscuirse en él sino, por el contrario, apartarse del mismo cada vez más clara y tajantemente?

			

				

				FFS, II, 9. Énfasis en el original.

			42

					

				

				
Como se aprecia, el reto principal era averiguar si era posible ofrecer respuestas a formas de promover la violencia cuya raíz remitía al mundo de la ilusión. La antípoda implicaba, por un lado, reconocer cómo los sistemas políticos totalitarios impulsaban la segregación y aniquilación de ciertos grupos humanos basándose, exclusivamente, en fundamentos ideológicos que no permitían una crítica directa, sino su aceptación absoluta. El otro polo, el de la Filosofía, sin embargo, aunque ofrecía la posibilidad de contrarrestar estos principios propuestos por el Nazismo y el Fascismo, requerían de una crítica frontal con la cual desmantelar las tesis ideológicas en sus unidades más básicas.

				
Respecto del primer polo, el de la construcción de una ideología, Cassirer

			

				

				MdE, 327-351.

			43 considera como recurso principal de estos sistemas políticos el uso de recursos tecnológicos para hacer cumplir sus objetivos. El primero de ellos, explica el autor, asume a la magia y sus componentes rituales como su principal recurso de sometimiento. Siguiendo diversos informes etnográficos, el Neo-kantiano detalla cómo en diversas culturas aborígenes la solución de los problemas cotidianos se debe a fuerzas y recursos que, podríamos decir, se sustentan de una lógica científica; la comunidad no busca el poder de la magia ni los rituales extraordinarios para solventar sus tareas más cotidianas o cuidar de la comunidad, en cambio siguen procedimientos convencionales y comunes para cualquier sociedad, trabajan, se organizan, debaten y buscan soluciones prácticas. En cambio, cuando las dificultades son especiales y las respuestas comunes no dan soluciones, entonces se aprovecha el poder de la magia y el sacerdote, en representación de la comunidad, emplea rituales especiales para solicitar favores especiales a las divinidades o demonios. La peculiaridad de este recurso último, precisamente por su carácter único, implica la aceptación voluntaria y absoluta de la sociedad para resolver el difícil dilema al que se enfrenta.

				
Cassirer encuentra similitudes analógicas en el desarrollo histórico de Alemania y toda Europa a través del siglo XIX y la primera mitad del XX. Ante las dificultades económicas, sociales y políticas, los gobernantes se propusieron encontrar una solución 'mágica' a sus dificultades, empleando para ello rituales y adhiriéndose a cultos específicos. El primer paso implicó aceptar el 'culto a la raza' como el sistema ideológico con el cual se debía definir a qué comunidad se debía cuidar; el segundo paso requería la elaboración de un sistema de lenguaje que permitiera ordenar y evaluar el grado de aceptación por parte de los miembros a dicho régimen y sistema.

				
Para el neokantiano, el principal rasgo a resaltar de este proceso político es el aprovechamiento de la estructura mítica para la generación de un sistema ideológico ad hoc. De acuerdo a sus investigaciones, en el mundo de las comunidades se rigen por una cosmovisión mítica en donde el sistema de creencias aparece como una revelación, lo que se traduce en la imposibilidad de alterar el corpus general revelado; de modo análogo, en los regímenes totalitarios la intrusión ocurre de modo velado, pues se pretende aprovechar la forma mítica en favor de los intereses del grupo en el poder:

				

					
Siempre se ha descrito al mito como resultado de una actividad inconsciente y como un producto libre de la imaginación. Pero aquí nos encontramos con un mito elaborado de acuerdo con un plan. Los nuevos mitos políticos no surgen libremente, no son frutos silvestres de una imaginación exuberante. Son artificiales, fabricadas por artífices muy expertos y habilidosos.

			

				

				MdE, 353.

			44

					

				

				
El procedimiento de este cambio, como se mencionó, implicó 'un cambio en la función del lenguaje'.

			

				

				Idem, 354.

			45 Ahora, en lugar de buscar el sentido de las oraciones a partir de fundamentos lingüísticos o comunicativos, se pretendía imbuir una nueva terminología para someter, reorientar y segmentar en bandos a los hablantes, siempre con la promesa de un cuidado de una idea del bien fundada en principios científicos y filosóficos justificados. La primera manifestación de estos sistemas, por ende, implicaba el reconocimiento de los miembros a partir de sus formas de expresión.

				
Como parte de este proceso, era decisivo fortalecer una nueva terminología y, por tanto, requería de la inclusión de nuevos sistemas rituales. Todos los adeptos al nuevo culto a la raza debían aceptar la disolución de la esfera pública y la privada para incluir, como parte de su vida cotidiana, la incorporación de imágenes de los gobernantes, saludos prefabricados y aceptados por el régimen, vestir con colores o distintivos propios del sistema totalitario, y comportarse de acuerdo a las distintas designaciones propuestas por los políticos.

			

				

				Ibid., 358-359.

			46 De igual modo, el trasfondo seguía siendo el cuidado y garantía de bienes particulares mediante estos rituales, aunque gradualmente, como se sabe, estos principios dejaban de tener sentido.

				
Debido principalmente a la situación de emergencia y al poder seductor de los mitos políticos, la comunidad se alinea al surgimiento y auge de proyectos como el del Nacionalsocialismo o el del Fascismo, pues nada de esto 'se impone a la fuerza […] sino que se lo imponen sus concepciones fundamentales y míticas. El poder de estas concepciones es irresistible; jamás nadie las pone en duda'.

			

				

				Ibid., 350.

			47

				

				
Para el neokantiano, este era el marco conceptual al que debía enfrentarse la filosofía política y, particularmente, la filosofía del mito. Precisamente en el segundo volumen de su obra magna, propone como labor de una crítica filosófica el reconocer el sentido y configuración de las concepciones, no en función de su forma sustancial, sino en virtud de la función de cuidado a cumplir dentro de la comunidad. Para el autor es especialmente significativo el sentido y alcances que una cosmovisión ofrece para el desarrollo espiritual dentro de la cultura: 'El verdadero fenómeno que debe aprender [una crítica filosófica] no es el contenido representativo mitológico en cuanto tal sino el significado que tiene para conciencia humana la influencia espiritual que ejerce sobre la misma'.

			

				

				FFS, II, 22. Énfasis en el original.

			48

				

				
De acuerdo con los resultados del Neo-kantiano, la lógica mítica no se esfuerza por delimitar los marcos de la realidad, sino el sentido que posee para quienes viven y practican sus sistema de creencia, por ende, la labor de una filosofía del mito no debe enfrentar la materialidad y facticidad de los contenidos míticos como uno de sus objetivos de estudio, sino determinar la estructura ideológica y los fundamentos en los cuales descansan sus proposiciones, para desde ahí, emprender una crítica contra los excesos o desviaciones que lo caracterizan. El esfuerzo de Cassirer no es contra el mito, sino contra el enclaustramiento de este símbolo respecto del sistema cultural, pues sólo de esta forma se pueden encaminar sus postulados en favor del ser humano.

			

				

				FFS, II.

			49

				

				
En este sentido, la finalidad última de El mito del estado, era construir una crítica de los fundamentos ideológicos en los que se habían apoyado las ideologías nazistas y fascistas para impulsar sus sistemas de control comunitario. A pesar de ello, es claro del esfuerzo del autor por atender este problema resulto infructuoso e insuficiente, pues el propio programa totalitarista, se había esforzado por minar los proyectos filosóficos más importantes de aquella época, disolviendo círculos y escuelas de pensamiento con las cuales ofrecer una resistencia mayor al crecimiento ideológico de estos proyectos totalitaristas.

			

			

				
Hacia una formación simbólica de una cultura de la paz

				
Hasta ahora se han sentado las bases para solventar tanto el objetivo como el problema general propuesto al inicio. Se ha hecho notar cómo la base de la acción violenta se fundamenta en principios pre-lógicos, o mitológicos. La tarea de una filosofía del mito, para el autor, es importante, pues es una responsabilidad social el estudiar los principios y mecanismos que tanto validan como impulsan los actos violentos.

				
Este último aspecto constituye uno de los retos principales por parte de los interesados en la disolución de la violencia y la promoción de la paz ¿bajo qué mecanismos se puede operar para revertir aquello que atenta contra un estado de derecho? ¿Es suficiente con señalar, desentrañar, presentar a la luz los horrores de una insuficiente cultura de la paz?

				
La cultura de la paz debe formarse a partir de la multiplicidad de aristas que conforman a la violencia y, en contramedida, ofrecer nuevos fundamentos para el cuidado y protección de los derechos de los miembros. Esta es, probablemente, la pregunta más acuciante ¿cuáles son los recursos a considerar para esta formación? La respuesta, como siempre no es simple, pero nos acercaremos más a la solución si advertimos la estructura del acto violento aun cuando no es racional y profundamente emotiva, podemos promover una crítica del mito para afrontarlo. Con la filosofía de Cassirer se tiene una nueva línea de interpretación de los principales sucesos y guerras del siglo XX, pues responden a una cultura desvirtuada la cual asumió una lógica mítica como fundamento de la guerra.

				
La crítica cultural propuesta en la Filosofía de las formas simbólicas permite afrontar una realidad aberrante y distorsionada, pero con caminos pre-lógicos que ofrecen criterios para valorar manifestaciones contradictorias como las impulsadas por regímenes totalitarios, quienes, bajo la promesa de impulsar el desarrollo cultural y el cuidado de los bienes de los ciudadanos, atentan contra grupos humanos que no cumplen con algunos criterios específicos. En este sentido, resulta interesante la reflexión final de Cassirer en El mito del estado; en él, su autor, apoyándose de la narración mítica de la lucha entre Marduk, el dios supremo de la mitología babilónica y la serpiente Tiamat y sus dragones, explica que, luego de la batalla del dios contra la enorme serpiente, crea los planetas, separa el cielo y el agua, establece el día y la noche, todo apoyándose de las partes de la bestia. Para el filósofo, esta historia contiene el trasfondo de la lucha a la cual estamos llamados todos a librar para la formación de una cultura de la paz, aunque de modo particular los profesionales de la filosofía:

				

					
Encontramos en la mitología babilónica una leyenda que describe la creación del mundo Se nos dice que Marduk, el dios supremo, tuvo que someter un terrible combate antes de que pudiera empezar su obra. Tuvo que vencer y subyugar a la serpiente Tiamat y a los otros dragones de las tinieblas. Mató a Tiamat amarró a los dragones. […] El mundo de la cultura humana puede describirse con las palabras de esta leyenda babilónica. No pudo surgir sino hasta que se combatió y se dominó la tiniebla del mito. Pero los monstruos míticos no quedaron completamente destruidos. Fueron utilizados para la creación de un nuevo universo, y en éste perviven todavía. Las fuerzas del mito fueron reprimidas y sojuzgadas por fuerzas superiores. Nuestras fuerzas intelectuales, éticas y artísticas están en plenitud, el mito está domado y sujetado. Pero en cuanto empiezan a perder su energía, el caos se presenta nuevamente. Entonces, el pensamiento mítico empieza nuevamente a erguirse y a inundar toda la vida social y cultural del hombre.

			

				

				MdE, 352.

			50

					

				

				
La pregunta más importante, por tanto, cuestiona si hemos sido capaces de reflexionar, con la misma seriedad que los promotores de la violencia, la guerra, el espionaje, el robo, el asesinato, etcétera; es decir, si hemos logrado contrarrestar los principios pre-lógicos con los cuales se impide la cultura de la paz. El reto es evitar asumirlos como propios, pero también considerarlos como 'serpientes y dragones' por combatir y destruir antes de promover un modelo de cuidado político con el cual iniciemos cualquier promesa de paz.

			

		

		

			
Conclusiones

			
El presente artículo tenía como objetivo la reconstrucción de los argumentos aducidos por Cassirer, principalmente, en El mito del estado, respecto del papel de la Filosofía como fundamento de un modelo de cuidado político y como promotora de la paz. En primera instancia, se mostró que la labor de la Filosofía cumple un papel celador dentro del mundo de la cultura. Como actividad unitaria de todas las formas simbólicas, debe promover la armonía en la diversidad de fuerzas que operan y se desarrollan en el marco cultural. Su tarea principal es criticar para orientar las diversas manifestaciones coexistentes dentro del mundo de la comunidad. Uno de los resultados centrales, en este sentido, es el llamado general propone el deber del filósofo para contribuir a la construcción de nuevas vías para la paz, así como la modelación de criterios para la valoración de los modelos en los cuales los sistemas políticos fundan sus principios para el cuidado del ciudadano.

			
El segundo resultado, resalta los mecanismos e instrumentos lógicos en los que, según Cassirer, se asentaron ideologías como el Nazismo y el Fascismo. El aprovechamiento del pensamiento mítico, y sobre todo su estructura expresiva, permitió y favoreció a ideologías políticas totalitarias imponer modos sesgados de percibir el desarrollo cultural. Siguiendo al neokantiano, se hizo notar que, debido a las condiciones históricas tan devastadoras que aquejaron Europa a finales del siglo XIX y principios del XX, el recurso al mito se tradujo en una elección apropiada.

			
Sin embargo, los operadores políticos, en lugar de incorporar las estructuras de una cosmovisión mítica respetando sus estructuras naturales, aprovecharon para delinear sus propios sistemas de impulso, ordenación y presión; el interés por utilizar el pensamiento mítico en el desarrollo cultural, nunca tuvo como criterio el desarrollo del bien comunitario, sino la opresión y la orientación de las acciones en favor de intereses particulares. Desafortunadamente, este efecto alienador constituye una de las características más peligrosas de este símbolo.

			
Precisamente por esta última característica Cassirer insiste en la construcción de una crítica de la cultura, pues sólo en el marco de una reflexión sistemática y profunda, es como se puede desvelar el verdadero sentido de cada símbolo. El papel de la filosofía, por ende, contiene un valor fundamental en todos los ámbitos de la vida del ser humano, pero, sobre todo, en el impulso y promoción de una cultura de la paz.

		

	
Referencias
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'Philosophy claims to be the real, the true unified science, the whole of its striving and its conceptual longing appears to be aimed at absolute unity at the unity of being as well as the unity of knowledge' Cassirer, 'The Concept of Philosophy', 51. Énfasis añadido. [A menos que se indique lo contrario, todas las traducciones son propias].
'Philosophy cannot be satisfied to ask about the form and structure of particular cultural regions, about the structure of language, art, law, myth, and religion. The deeper it penetrates into this structure the more clear and the more urgent becomes the problem of the whole for it'. Cassirer, 'The Concept of Philosophy', 57.
AF, 147-165. El autor considera a los sistemas éticos los cuales se basan de una mitología son consecuencia de la búsqueda del ser humano por comprender el mundo cosmológico. La primera aproximación teórica que ofrece esta forma de concepción corresponde a una advertencia expresiva del mundo: el hombre al advertir el mundo no lo hace de un modo desorganizado sino simbólico, mítico. Según el neokantiano, a esta forma primaria de advertencia expresiva se le conoce como maná, pues refiere una advertencia global del mundo. Para más detalles: FFS, II, pp. 105-115.
El término 'forma simbólica' es un concepto complejo que contiene un bagaje amplio y extenso. Básicamente se refiere a la relación de función que guarda un aspecto físico, histórico y psicológico con un sistema teórico o histórico que le dota de una significación particular. El propio Cassirer (FFS, I, 7-60) ofrece un planteamiento e introducción del problema en el primer volumen de su obra Filosofía de las formas simbólicas.
El trabajo de Renz, Úrsula. “From Philosophy to Criticism of Myth: Cassirer’s Concept of Myth”. , 179 (2011): 135-152. Úrsula Renz, 'From Philosophy to Criticism of Myth: Cassirer's Concept of Myth', Synthese, 179 (2011), 35-152, analiza este aspecto al valorar si entre El pensamiento mítico y El mito del estado existe algún tipo de continuidad conceptual en sus postulados. Renz plantea que, el aparente giro de la filosofía del mito hacia el análisis mitológico de la teoría política, permiten plantear la posibilidad de que el propio Cassirer hubiera abandonado los postulados originales para recentrarlos en la realidad histórica en la que el pensador vivió. Renz considera que los resultados de El mito del estado sugieren una restructuración de los alcances e implicaciones epistemológicos de una actividad simbólica como el mito. La autora, luego de un análisis detallado de la hipótesis concluye que la aparente falta de continuidad entre ambas obras no se sostiene, lo que fortalece la teoría de que todo el análisis teórico sobre el 'culto de la raza', propuesto por Cassirer como base de la actividad política del siglo XX, mantiene una relación con su teoría general del mito. Las consecuencias teóricas son importantes puesto que se plantea que una lucha contra los mitos políticos sólo puede ser contrarrestada a través de una crítica política o, como sugería el autor de la Filosofía de las formas simbólicas, a través de una 'crítica de la cultura', FFS, I, 12-60 y FFS, IV, 3-33.
MdE, 346. El diálogo y debate con Heidegger tuvo su pasaje más conocido en Davos, en 1929 y constituye el momento más importante del encuentro entre ambos autores. Para un detalle y consulta del mismo se pueden revisar los siguientes trabajos: Cassirer, Ernst. . Roberto R. Aramayo, ed. Madrid: Plaza y Valdés, 2009.Ernst Cassirer, Cassirer y su Neo-Ilustración. Las conferencias sobre Weimar y el debate en Davos con Heidegger. Roberto R. Aramayo, ed. (Madrid: Plaza y Valdés, 2009); Truwant, Simon, . Cambridge: Cambridge University Press, 2002.Simon Truwant, Cassirer and Heidegger in Davos - The Philosophical Arguments (Cambridge: Cambridge UP, 2002).
Ibid., 347. El texto refiere principalmente a la filosofía desarrollada por Martin Heidegger quien, considera Cassirer, en lugar de ofrecer una teoría que apoyara la desarticulación de los mitos políticos del nacionalsocialismo en cierto modo lo nutrieron. Aunque parece un reproche superficial (pues no se presentan argumentos sólidos contra Heidegger) en realidad constituyen un resumen de un largo debate intelectual entre ambos autores el cual, por ahora, no se puede seguir.
'Myth was no longer a free and spontaneous play of imagination. It was regulated and organizated; it was adjusted to political needs and used for concrete political needs'. Cassirer, 'The Concept of Philosophy', 235. El pasaje del cual me apoyo explica que desde el romanticismo el mito dejó de considerarse una invención desproporcionada de la imaginación para constituirse como fundamento central de la actividad política.
'The twentieth century is a technical century, and it applies technical methods to all fields of theoretical and practical activity. The invention and the skillful use of a new technical instrument—of the technique of political myths—decided the victory of National Socialism movement in Germany'.
Cómo citar: Zuchel, L., y Vilches, D. (2023 Sobre la paz. una lectura de la filosofía de Ignacio Ellacuría. En-Claves del Pensamiento, (34), e635. https://doi.org/10.46530/ecdp.v0i34.635